lunes, 8 de septiembre de 2014

“Aquel 17 de Octubre en que mataron al Pulky II”. Por Delsio Evar Gamboa

¡A no equivocarse!...  ¡No es la política la que hace a un político convertirse en corrupto, es el engaño, o la mala utilización del voto lo que hace a un corrupto convertirse en político!!!

Dos fechas iguales en tiempos y contextos diametralmente opuestos definen dos hechos trascendentales en la historia de nuestro país. La de 1945, ampliamente conocida por el quiebre que significó dar vuelta esa página de vergüenza nacional llamada Década infame como pérfido colofón, y su consiguiente inicio de una nueva Argentina con todo lo que ello implicó. La otra fecha, prácticamente desconocida u olvidada, es la vuelta atrás a lo peor de lo que se había superado.El 17 de Octubre de 1955, se produjo la destrucción definitiva  de las turbinas de los motores a reacción de los aviones de última generación en la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba -hoy la reestatizada F.A.de.A-, que eran de lo más avanzado del mundo. Se desguazó el proyecto Pulky II, iniciado por Juan Domingo Perón, -lo primero que se atacó posterior a la Masacre de Plaza de Mayo y que fuera el anticipo del golpe de Estado de la mal llamada Revolución “libertadora” en Septiembre de 1955-. Ese acto de vandalismo político fue celebrado con un selecto ágape para “demostrarle al mundo que sólo somos un país agrícola-ganadero”.  Esa pérfida frase es el dogma de ese sector visceralmente oligárquico, cuyo génesis es la Sociedad Rural Argentina.La tecnología destruida que fuera pionera, fue utilizada después por la Unión Soviética para la construcción del famoso avión de combate Mig 17. De ello, da fe  el Profesor de Derecho de Navegación Dr. Javier Mosquera Ubios, que a la vez, muestra las tarjetas de invitación a la “Cena de Gala” en el Jockey Club de Córdoba, -como no podía ser de otra manera- para celebrar tan “magno acontecimiento”  la misma noche de ese nefasto 17 de Octubre. Esa tarjeta debería figurar como el símbolo de la desaparición ignominiosa de lo que fue nuestra pujante industria aeronaval. Para que se tenga una cabal idea, piénsese que en ese entonces, la ahora mundialmente famosa fábrica de aviones Embraer de Brasil, ni existía. Hoy, el Gobierno Nacional con su política de reindustrializar el país, está rescatando las industrias insignes que en aquellas épocas eran líderes en nuestra América. Argentina vuelve a construir, después de 40 años, locomotoras para el mercado local y regional.  Materfer de Córdoba presentó la primera MTF 3300 y también el Coche Motor FOSE. De no haber sido por aquella destrucción de la industria nacional, no habría necesidad de importar trenes de China. Además, ver el satélite ARSAT construido hace poco  y ser uno de los 8 países que dispone de esa tecnología de avanzada, es volver a recuperar la senda del desarrollo propio de pujantes sector  que tantas veces nos fueran boicoteados desde adentro y desde afuera. En ese sentido, la continuidad del modelo de Nación industrializada, con políticas activas para la construcción de nuevas fuentes de energía dentro del proyecto de soberanía política, independencia económica,  justicia social e integración sudamericana, es un gran salto de calidad que se ha dado en los últimos once años, para que el modelo se profundice y que la Patria siga en el camino del desarrollo y la recuperación de lo nuestro, como políticas de Estado para tener un país que incluya a los 40 millones de argentinos, desde lo que se hace, y lo que aún falta hacer.Para ponernos “en autos” como dicen los abogados, y comprender por qué se desguazó la industria nacional, es imprescindible entender que desde los comienzos de la Patria siempre existieron dos proyectos de país totalmente distintos.Uno el que defiende el progreso y los intereses legítimos del pueblo argentino todo para su bien general sin exclusiones. El otro, el de la oligarquía agroexportadora y los grandes terratenientes a los que se les acoplaron  los usurarios grupos financieros y monopólicos en connivencia con el capital extranjero. Este nos llevó al infierno del 2001. El otro proyecto, es el que nos sacó.Esto confirma una vez más que Federales y Unitarios, aún  con distinta denominación, continúan a través de la historia como trasfondo político de las grandes luchas populares por sus reivindicaciones sociales, eliminadas éstas cada vez que los modernos unitarios de verde oliva, con la complicidad civil y eclesiástica asaltaron el poder o que, con engaños y apuntalados por los grandes medios monopólicos algunos políticos fueron elegidos por el voto popular: “Si decía lo que iba a hacer no me votaba nadie” confesó uno con obscena sinceridad y camuflado de “federal”, ¡Y qué casualidad!...  ¿o no? también destruyó y regaló las empresas, los recursos naturales  y la industria nacional, y tuvo su “17 de Octubre” cuando montó un show televisivo para mostrar cómo apagaba definitivamente los altos hornos de Somisa, con la complicidad de la derecha política y los grandes medios que le festejaban su cholulismo y sus excentricidades, a la vez que le gastaban laudatorias obsecuencias. Si esos mismos medios hegemónicos hubieran estado en la Vuelta de Obligado por ejemplo, habrían titulado que la Argentina violaba los códigos y los tratados internacionales al encadenar el Río Paraná para impedir el paso de los buques Anglo-franceses, y que quienes lo hacían, apedreándolos desde la costa, no eran más que negros “piqueteros”, violentos y comprados por el “polémico” Rosas, por el asado con cuero y la ginebra…Eran tiempos en que la prensa “Independiente y seria” de Bartolomé Mitre, -matriz putativa de la hegemónica corporación mediática actual-  el arma más “civilizatoria” de aquel entonces, ametrallaba con los dardos de sus sicarios y amanuenses todo su odio racista y clasista sobre la “Barbarie” federal. Allí escribían sin solución de continuidad, los ancestros de los mismos que ahora defienden los intereses de los fondos buitre antes que los nacionales. Y siempre más preocupados por lo que opinan desde el extranjero sobre Argentina, que por la Argentina misma.
Vistiendo lujosas “pilchas gauchas” y en sus ostentosas chatas como si fueran modernos cosacos, parafraseándolos, como aquellos, no les falta decir: “sobre mi 4x4, sólo Dios es más grande que yo”. Y para seguir con la tradición, evaden y acaparan su producción todo lo que más pueden, estafando a “su amado país” y a sus propios compatriotas, mientras se envuelven con la celeste y blanca y cantan el himno arrobados de patriotismo.
Como buenos oligarcas, sienten una eterna nostálgica por la “Belle Epoque”, cuando en portentosos barcos, con la vaca atada y tirando manteca al techo viajaban a París  la mayor parte del año. Ellos, su Sociedad Rural  y todo lo que representa,  estuvieron, están y estarán siempre a espaldas del país. Se enriquecen cada vez más con lo que produce el suelo patrio que consideran un bien propio, sin aceptar que en realidad es un recurso estratégico y un bien social, y que como tal, debe ser compartido. Insisten en exportar toda su producción a valor dólar, sin dejar absolutamente nada para el consumo interno. De la soberanía alimentaria no quieren ni oír hablar. Es como si le nombraran al diablo. Cada vez son más ricos,  sin embargo lloran como si estuvieran en la ruina. ¿Por qué no le muestran a los argentinos pobres el margen de ganancia que obtienen y declaren a los movileros de cuántas hectáreas son sus campitos y cuánto vale cada uno?
Su visceral egoísmo de clase no los deja darse cuenta que mientras mejor le vaya a la mayoría, mucho mejor de lo muy bien que les va, les iría.
Cada vez que sus personeros tomaron el gobierno, siempre destruyeron el desarrollo del país para volverlo al modelo pastoril. No quieren industria ni tecnología nacional, porque crean conciencia ciudadana. Detestan la educación pública porque prefieren -y los ejemplos sobran- que haya analfabetos para poder explotarlos. Desprecian a la ciencia porque propicia el despegue del país. Todas sus necesidades, aún las más básicas, son importadas. No por casualidad, todos o casi todos los ministros de Economía cuando no presidentes en gobiernos de la golpista derecha liberal, fueron impuestos por la retrógrada Sociedad Rural. Con nombrar a los Martínez de Hoz y su dinastía maldita desde sus negros orígenes, está todo dicho.
Esta confrontación de dos proyectos no es algo nuevo, ocurrió en la Guerra de Secesión de EEUU en el Siglo XIX: el Norte industrial contra el Sur esclavista…, el resultado es harto conocido.
Es por esa historia plagada de explotadores, cipayos y traidores que uno, desde su humilde atalaya de inquieto fisgón de la realidad, decididamente toma partido por la “Barbarie” de antes y la de ahora… defensoras absolutas de lo nacional.



¿Por qué la persecución al desarrollo nacional por parte de los poderes oligárquicos? …,  muy simple: la Patria Agroexportadora, que nunca dejó de añorar las botas y los fierros marciales, sigue siendo la nefasta oligarquía feudal que en el pasado y con porfiado berretín de presente, siempre definió las elecciones e impuso la orientación política de los gobiernos. Cíclicamente, fue capaz de adueñarse de símbolos como la Bandera, el Himno y el Poncho, como el Credo, como las Tierras y como las Instituciones.  Su desmesura patriótica sin autorización de la patria es una grosería cívica. No se sabe qué pensarían French y Beruti de esta arrogancia de un sector privilegiado que pretende que su negocio es tan argentino que se merece la escarapela y toda la simbología nacional. La escarapelización, como decoración de una puesta en escena, no convierte por arte de magia su enconada  resistencia al gobierno, en una patriada gauchesca.

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