viernes, 14 de febrero de 2014

Devaluaciones eran las de antes... Por Delsio Evar Gamboa


¡No le hagas temor al miedo que más miedo te va a dar!

La reciente depreciación del peso en un 18% que la prensa monopólica comparó con el “rodrigazo” de 1975, -nada que ver- es una medida habitual que toma cualquier país para equilibrar su economía.       
Se trata, en realidad, de una reorientación de algunas variables económicas y una corrección de políticas que no dieron el resultado esperado -restricciones a la compra de dólares, blanqueo de capitales fugados durante décadas, etc-. Curioso es también que, desde la derecha a la izquierda, se cuestione esta y se olvide de la desmesurada devaluación de Alfonsín que se menciona más abajo y que ocurrió ahí nomás, a la vuelta de unos pocos años.
El olvido inducido se basa en el resentimiento y el antiperonismo crónico de la oposición y los multimedios que lo fogonean.  Sostienen que estas medidas son sólo un “parche” que llega a destiempo.  Si así lo fuera, será siempre menos perjudicial que una receta del FMI impuesta a tiempo.
¿Hay un escenario complicado para la economía argentina? . . . Puede ser, y se explica porque el  contexto global también lo es para las potencias como EE.UU, Japón y  países del sur de Europa así como para el resto de las economías llamadas emergentes, como Brasil -que también devaluó su moneda-, para poner unos pocos ejemplos.                    
Pero la corporación económico-financiera desde las sombras, sigue obsesionada en arruinarle la vida a los argentinos. También, las empresas alimenticias monopólicas formadoras de precios que, con “nuevo” packing, violan el acuerdo firmado para aumentar hasta un 180% el mismo producto, burlándose descaradamente del consumidor. Ni hablar de la pasada sedición policial con su secuela de saqueos organizados. Menos, olvidar jamás que Shell y un pool de Bancos en explícita complicidad con el Grupo Clarín son los responsables de obligar esta devaluación para su intento de golpe de mercado. Eso fue posible porque están pendientes de cerrar los amplios márgenes de maniobra que conservan estos sectores oligopólicos, consecuencia del vacío legal aún vigente al respecto.
Entonces, si de alentar y apoyar se trata, tomemos todos cartas en el asunto. Por lo pronto, dejar de comprar dólares en forma ilegal; productos YPF y no de SHELL; no consumir lácteos de La Serenísima y Sancor; cerrar cuentas de los Bancos HSBC, Citibank, BBVA, Santander y Provincia; nada del Grupo Clarín; utilizar la TDA gratis del Estado; no a los supermercados extranjeros y sí al almacenero del barrio o a un pequeño súper de confianza. Y todo lo que creamos que es un beneficio para el país y no sólo para nosotros, sino también para todos, incluso los que quieren que nos vaya mal.
No perder nunca de vista la relación de fuerzas,  que es donde se impone el capitalismo, sicario del imperialismo. Que siempre nos ha saqueado impunemente, con la colaboración gozosa de los cipayos traidores a la patria y la salvaje derecha neoliberal. Es imposible que, habiendo tomado un país en llamas, y luchando contra la enfermiza adicción al dólar que nuestra sociedad porta desde hace décadas, se pueda eliminar de un plumazo las desigualdades. Para hacer jugar todas las variables económicas con la perfección que algunos pretenden, tendríamos que vivir como Alicia en el país de las maravillas, no en uno democrático, legitimado por el voto popular. Los opositores que ponen palos en la rueda, jamás dicen qué es lo que harían. Saben que el pasado los condena. ¿Combatir la inflación metiendo presos a los empresarios delincuentes que lucran siempre? Sería lo justo, pero, ¿con esta justicia?. ¿Nacionalizar el Comercio exterior, recrear el IAPI, la Junta nacional de Granos y la de Carnes? ¡Bárbaro! pero ahí sí que las todopoderosas corporaciones declaran una guerra sin cuartel. Ya y se sabe lo que eso significa.
A los que se niegan a ver todo lo conquistado en esta década ganada en todos los aspectos, se les pide que reflexionen. Que no se dejen manipular más por los multimedios que, en pérfida conjura con el poder inalterable desde las sombras, con su mediático bombardeo emocional atrofia todo proceso de análisis crítico de la realidad y lleva,  mediante el sojuzgamiento mental, a inmolarlos en el altar pagano del neoliberalismo salvaje . . .
Y si no quieren hacerlo, lo lamento. Como lamento su inmunidad a esta hermosa felicidad de vivir la Argentina digna que soñamos todos. También su ceguera, su infelicidad, incertidumbre e insatisfacción, su disconformidad y tristeza. Lamento su frustración, envidia y resentimiento. Sus broncas e iras, sus rabias y rencores, tanto como su intolerancia y agresividad. Uno eligió sentir otro estado emocional menos destructivo. Prefiere ver el vaso medio lleno y por suerte en eso somos muchos, cada día más. Traten de mirar a su alrededor con una mirada más humana. Y van a ver que la gente está feliz, canta y baila como nunca antes. Abarrota los Súper, las sierras, las playas, cambia desde el televisor hasta el coche. Viaja afuera como jamás pudo. Y ojalá, por su bienestar espiritual, mental y corporal, se contagien. Porque no se puede tapar el sol con la mano. Y menos, vivir excretando ese odio absurdo.
Se apoya decididamente este modelo de inclusión y de redistribución, sabiendo lo mucho que aún falta por hacer y las tremendas dificultades que enfrenta. Los que no, perderán de ser testigos privilegiados de este tiempo trascendental de realizaciones históricas. Pasarán por esta experiencia auspiciosa sin pena ni gloria, siendo las primeras víctimas de la restauración del conservadorismo neoliberal que tanto daño nos hizo y le está haciendo al mundo. Sus descendientes algún día se lo demandarán.
Ahora lea bien lo que sigue y desentumezca su memoria:
Acatando las inapelables órdenes del FMI, de los insaciables intereses oligárquicos, de la usuraria banca local y extranjera, y de la burguesía agroexportadora e importadora, en los últimos sesenta años se impusieron las siguientes megadevaluaciones           
1955, derrocado el Gral. Perón, la Revolución fusiladora devalúa un 80%.              
1958, triunfante Arturo Frondizi, un 347%.                  
1962, con el Plan Pinedo un 29%.                   
1971, con Lanusse como presidente de facto, el 100%.     
1975, con el “rodrigazo”, un 719%.               
1980, a la salida de la famosa tablita de Martínez de Hoz, un 226%.            
1989, en las postrimerías del gobierno de Raúl Alfonsín, un 2038%.  Y a comienzos del 2002, con el corralito vigente y a la salida de la convertibilidad con Duhalde,  un 214%.              
La mera suma, sin proyectarla, da la escalofriante cifra de 3753% . . .     
Contrariando al viejo apotegma sobre que: “Todo tiempo pasado fue mejor”, en este caso corresponde: toda devaluación pasada . . . fue peor!!!
Así que, si de esta última devaluación hablamos, con las disculpas del caso, -aunque el Negro Fontanarrosa me autoriza- viene a cuento lo que dice el paisano: “Si esta garúa me moja . . . tiro mi poncho a la mierda!!!”

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