sábado, 14 de diciembre de 2013

La insoportable perversidad histórica de la derecha. Por Delsio Evar Gamboa



Los últimos sucesos ocurridos en forma organizada ponen sobre el tapete el rol destituyente que juegan los factores de poder desde las sombras


Por lo que es muy alentador el avance de los juicios y condenas a los cómplices, promotores y beneficiarios de la dictadura. Allí está Pedro Blaquier, dueño del diario La Nación, uno de los emblemáticos representantes de las clases dominantes, hoy procesado. Jaime Smart, ministro del Terrorismo de Estado, condenado a perpetua, Alberto Rodríguez Varela ex ministro de justicia de Videla, con pedido de captura. Y se va por más. Se está destapando una olla que tendrá consecuencias impredecibles. Mientras los juicios y condenas se limitaban a los milicos mercenarios, o el lumpenaje de los capuchas y la picana, vaya y pase, pero juzgar y que manden en cana al poder económico, eclesiástico y periodístico socios de los genocidas, para los responsables de tamaña atrocidad imaginar lo que se les viene, resulta insoportable.

De ahí entonces lo que estamos presenciando últimamente. Ello demuestra una vez  más -por si hiciera falta- que la derecha cuando tiene que matar, mata . . .    
Cuando el Estado está ausente, y no hay controles como en estos casos, pareciera que gente normal sacara la bestia que lleva adentro y en un minuto nos remite a la Edad de Piedra.

Nadie puede justificar el salvajismo desatado en estos días, pero la realidad es que no es más que la consecuencia de un gobernador en insistir con su delirante berretín presidencialista que lo lleva a descuidar aspectos elementales de una gestión que deja muchísimo que desear. No quedan dudas de que De la Sota a esta altura ya está recorriendo el mismo camino de Angeloz . .

Debe quedar bien entendido que la seguridad es competencia exclusiva de las provincias, el poder central no puede irrumpir en ellas si no es requerido por los gobiernos locales o por autoridades judiciales. Tal la estructura constitucional del federalismo, corroborada y regulada por la Ley de Seguridad Interior. En ese sentido el gobernador santafesino Antonio Bonfatti solicitó de modo explícito la ayuda y ésta se brindó de inmediato.

Lo inentendible resultó que aquellos que criticaron los festejos oficiales por los 30 años de Democracia mientras ocurrían los últimos coletazos de los saqueos con algunas muertes como lamentable consecuencia, eran los mismos que pedían a gritos que había que matar a los saqueadores . . .

Por supuesto, los voceros mediáticos de los autores intelectuales de la extorsión policial y su correlato de desmanes programados, enardecían las pantallas azuzando los espíritus con el consabido latiguillo que todo se debía al estado de confrontación que propicia el gobierno.

Los hechos por su complejidad, no dejan mucho margen para arqueos de caja política, aunque son imprescindibles para evaluar lo ocurrido. Y también para distinguir entre los que acompañan, los que medran desde las sombras, los que arrojan piedras de atrás del árbol y los que, tabicados en sus frígidas mentes, aguardan la oportunidad sacar de adentro lo más bajo de la condición humana. Campo propicio para mezclar los tantos y confundir la connotación del vocablo “confrontar”.

El que diga que no debe haber escenarios de confrontación en un estado democrático -que es otra cosa-, se equivoca tanto como el que los critica. Si el Gobierno no confrontaba con la Iglesia no habría matrimonio igualitario ni reforma al Código Civil. Si no lo hiciera con la corporación  cómplice de la dictadura, no habría juicios y condenas por violaciones a los derechos humanos. Si no hubiese enfrentado al monopolio Clarín no tendríamos Ley de Servicios audiovisuales. Si no se rechazaba al ALCA, estaríamos peor que Europa. Si no se recuperaban los aportes previsionales en manos de la mafia de las AFJP, esos jubilados hoy cobrarían monedas, si cobraran. Si se doblegara ante las presiones de las grandes grupos financieros no habría espacio para un Estado soberano. La sociedad seguirá conviviendo con esos sectores retardatarios, pero no puede aceptar que se le impongan intereses sectoriales o corporativos y en ese esfuerzo puede ganar o perder algunas batallas. Para cambiar situaciones de injusticia siempre hay que confrontar con intereses contrapuestos y poderosos.

El kirchnerismo no dividió a la sociedad, al contrario, rescató la política con lo que le devolvió la voz a sectores postergados para reclamar sus derechos. La intolerancia de algunos segmentos del privilegio, a que le reclamen lo que es justo, es lo que divide.

Recordar muy bien que la década de los ’90 fue el proceso de destrucción política, social y económico más grande de nuestra historia. De esos escombros hubo que resurgir.

La diferencia del kirchnerismo con el resto de los partidos es que vino a cambiar un estado de absoluta injusticia. Ese que idealizó una clase pudiente, elitista y sectaria, que no soporta la inclusión de las capas más bajas de esta sociedad que este modelo político vino a revalorizar, dando igual oportunidad para todos sin excluir a nadie.

A su vez, la clase media figurona y tilinga tiene la lógica “del country”, que el pobre venga, corte el pasto y se vaya, no quiere verlo más. Es la misma que regurgita el veneno de Lanata, el odio de Clarín y las mentiras de TN.

Y los siempre desagradecidos sojeros que viven llorando miseria, pero que acaparan la producción y no la venden para perjudicar al único gobierno que les ha posibilitado un enriquecimiento como jamás se hubieran imaginado, deberían acordarse de cuando para pagar las deudas que los ahogaban, vendían la cosecha aún antes de sembrarla . . .

Después de 10 años de gestión, ser la primera fuerza a nivel nacional y tener mayoría propia en el Congreso tras elecciones legislativas -donde siempre perdieron los oficialismos- significa que la realidad es la única verdad . . . 

La división de la sociedad que tanto saturan los medios se da cuando la discusión es ideológica. Cuando es económica para el establishment y los grandes medios no existe y todo está bien. En la segunda década infame de los ’90, cuando había un 60% de pobres, un 28% de desocupación, un desguace total del país no estaba dividida la sociedad? Durante el Terrorismo de estado, estaba unida y en paz?. Cuando el peronismo era proscripto y perseguido había unidad?. Hoy, que la desocupación es del 6,9%, cero pobreza según la CEPAL, altísimo consumo, el país crece como nunca antes con plena libertad, alguien puede tragarse el verso de que la ciudadanía está crispada y desunida más allá de las discusiones o pujas lógicas de la política en democracia?

Nada que ver con lo que farfulla el Jefe de Gobierno porteño, que caraduramente potencia su irresponsabilidad para enmascarar sus derechosas intenciones. Con la chocante limitación que caracteriza su paupérrimo rango expresivo, Macri intentó explicar que “nuestra presidenta cambió la agenda del año pasado por la cual recibió tanto apoyo, que era de conciliación, de diálogo, de mayor tranquilidad, por una agenda de enorme confrontación". Para este atormentador de la políticala única posibilidad de terminar con esa “confrontación” es el gatopardismo, es decir, “cambiar poco para que nada cambie”. Más aún, según él, para evitar todo tipo de conflicto, nuestro país debería retornar al neoliberalismo en estado puro, beatamente extranjerizante y antinacional.

Lo que la gente como él considera “confrontación” no es más que la decisión del Estado de manejar la Economía y no que se la manejen. Eso es lo que provoca el insomnio de los poderosos. Para la gente como Macri no es confrontación hacer espionaje -por lo que está procesado y va a Juicio oral-, tampoco rebajar salarios, tarifazos, despedir trabajadores, ajustes, evadir, contrabandear, mentir, complotar y reprimir sin asco. Es allí donde sus escuálidas ideas se difuminan en el reducido espacio de su intelecto.

Razón de más para creer que si el procesado “líder” del PRO hubo aprobado alguna vez el pre-escolar, es un hecho tan sorprendente como que alguien pueda haberlo votado y tome en serio cada una de sus heces verbales. No obstante, sus frívolos y ensoberbecidos acólitos, chicos lindos y muy afectos a las remeras y los globos amarillos, en su delírium trémens tuvieron el desvarío de compararlo con el “Che” Guevara. La verdad que todo lo de este personaje es tan pobre, que lo único que le queda es plata . . .

Se le escapa que el 54%  no votó por reconciliación, consenso y todas las hipocresías que barbotea a diario el consumidor de bigotes postizos de Freddy Mercuri, sino para igualar para arriba y ponerle limites al cipayaje local y recuperar algo de lo que expoliaron los garcas de siempre. Y no se crea que el sayo les cabe sólo a esos sectores. En las filas de la derecha salvaje también milita un gran número de nuestra izquierda delirante, que siempre fue y será antiperonista -hoy antikirchnerista- porque el pueblo que ellos dicen representar y del cual se creen la vanguardia iluminada, es peronista -hoy kirchnerista- y eso no se lo perdonan jamás. Con lo que terminan siendo funcionales a los intereses más retrógrados de la Argentina.

Que los que se sienten dueños del país piensen de esa manera, resulta obsceno pero no llamativo. Pero que alguien que se vende como “heredero del “Che” sea más conservador y reaccionario que el Biolcati de la tradicional y arcaica oligarquía estancieril, es algo que da vergüenza, ajena, propia y de género. Por lo que es dable pensar que si aún le quedan adherentes a Macri, se debe a que todavía persisten aberraciones inexplicables en la conducta humana . . .

Es probable que estas opiniones, para algunos, merezcan custodiarse entre cautelosos paréntesis. Puede ser, aunque no por ello debieran dejar de ser atendibles.

Porque, si algún día -ojala que nunca- algún integrante de esta impresentable oposición, -que, como cantan Los Redonditos “es un caníbal desdentado que pretende enseñar cómo se mastica” - por esas cosas de la vida  llegara a ser gobierno, de sólo imaginarlo -como dice el tango- “dan ganas de balearse en un rincón”. . .



Laborde. Cba. Arg.

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