Jamás festejaría la muerte de alguien, aún cuando ese alguien haya sido quien a puro secuestro me llevó a ser parte de la historia más atroz y tenebrosa que jamás viviera nuestra patria.
Pero hay otros que sí tienen esa “virtud”, por ejemplo, lo hicieron con la muerte de quien sacó al país del infierno, lo puso de pie, le cambió la vida a los argentinos, les devolvió el orgullo y pasó a ser ejemplo ante el mundo al juzgar a los asesinos de lesa humanidad que asolaron estas tierras.
Sé de varios que aquí supieron descorchar costosos Extra Brut tras la muerte de Néstor Kirchner. Devotos cristianos de contrita confesión y asperjada bendición en misa de 11, donde se dan la mano, se besan y juran amar al prójimo como a sí mismos. Y por si ello fuera poco, refuerzan su espiritualidad en semanales encuentros de cristianísimos cursillos.
Todo indicaría que en este caso no lo hacen ante la muerte de este católico medieval,nada más que por simple espíritu de cuerpo.
Los que gracias a Dios no profesamos ninguna confesión, no le deseamos la muerte a nadie y mucho menos nos alegramos de que eso le suceda a nadie.
Los que hoy dicen que ahora estamos viviendo una dictadura, con ello sólo demuestran que su odio o su ignorancia los lleva a faltarle el respeto a la memoria de los miles de militantes que anhelaban un país como el que de poco vamos teniendo y que fueron asesinados precisamente por una dictadura. Y allí tienen al principal responsable!
No puedo menos que emitir mi opinión sobre un hecho que por sus implicancias viene a retrotraerme a una horrorosa experiencia que me puso al límite de la vida.
No me alegra la muerte de este asesino serial. Sólo me lleva a ahondar en el eterno interrogante sobre la condición humana . . . ¿De qué le valió ser dueño y señor de la muerte, vida y hacienda de miles de seres humanos? . . . si al fin y al cabo no era más que un ser humano y como tal terminó!
DelsioEvarGamboa.
Laborde.Cba. Arg.
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