sábado, 23 de marzo de 2013

El “compañero” Papa ¿Habemus? . Por Delsio Evar Gamboa



La designación del Cardenal Jorge Bergoglio como nuevo Papa de la cristiandad sorprendió absolutamente a todo el mundo, menos a “Lilita” Carrió, que dijo haber tenido la primicia tiempo ha, de la propia boca de Dios, en una de sus habituales charlas con el Creador, pero que no lo quiso anticipar . . . por pura modestia . . .


 
Francisco, Frank, Pancho o Paco . . . en colectivo, subte o Falcon verde. . . . Festejos como si se hubiera ganado un campeonato mundial. Desaforado merchandising. Dios es argentino y el Papa también. Orgullo o recelo. Música sacra o Libertango; Armonio o bombo legüero; Mistela o tetra bric. This is the question. Ya nada será igual. Además de Evita, el “Che”, Maradona, Messi,  la reina de Holanda, ahora aportamos un Papa. Como para taparles la boca a los que dicen que estamos aislados del mundo . . .
A propósito, debe quedar en claro que la llamada infalibilidad del Papa no es una disposición divina, sino una doctrina dispuesta por los integrantes del Concilio Vaticano I (Pastor aeternus), y declarada “dogma de fe” por el Papa Pío IX en el año 1870. Prohíbe todo cuestionamiento, porque el Papa cuando se expresa o toma una decisión, no se equivoca nunca porque es el representante de Dios en la tierra, inspirado por el Espíritu Santo...
Anoticiados que fueron Clarín, La Nación y los ultra opositores, exultantes, ya lo quieren acaparar para contar con el líder que necesitan para voltear al gobierno nacional.
Tener un Papa propio, con los contactos celestiales que eso implica, puede venir muy bien . . .
Francisco, su nuevo nombre. ¿Por San Francisco de Asis, lo que supone un voto de humildad, o Francisco de Borja, general de la Orden de los jesuitas? que no sería lo mismo precisamente.
Sería aventurado predecir lo que pueda ocurrir Vaticano adentro, relacionado con la corrupción y la perversión que se llevó puesto a Benedicto XVI. Los millones que no forman parte de ese universo oscuro y hermético deben prestar atención a lo que sucede en ese Estado dentro de otro Estado, que lo es gracias a la “generosidad” de “Il Duce” Benito Mussolini que en base a los “Pactos Lateranences” le regaló ese status en 1929, y le aportó cinco mil millones de liras. Prerrogativa que la Santa Sede le supo extraer óptimos beneficios. ¿Milagro papal?. Puede ser, pero, como se ve, con tal de conseguir privilegios, el Vaticano se alía hasta con el mismo Diablo . . .
Sus escándalos no se reducen sólo a la depravación de sus pastores con el abuso de menores sino también a los turbios negociados y el lavado de dinero, lo que no es algo nuevo, ya que vienen desde siempre, pero que explotó con el Arzobispo Paul Marcinkus, el tristemente célebre “Banquero de Dios”.
En 1982, Marcinkus era presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR) o Banca Vaticana, o Banco Ambrosiano, de los que la Santa Sede era el mayor socio capitalista.
Las investigaciones judiciales emprendidas a raíz del hundimiento de esa Entidad, sacaron a la luz un complejo entramado financiero, que incluía velados pagos a la tenebrosa Logia masónica Propaganda Dos -P-2-, con la Mafia y desviación ilegal de fondos para usos privados.
Tras una larga y dificultosa instrucción, un juzgado de Milán consideró que en esa sombría e intrincada trama estuvo implicado Marcinkus, al que acusó formalmente de bancarrota fraudulenta junto con dos administradores de la Banca. Los jueces dictaron una orden de captura contra el arzobispo y sus dos colaboradores, pero éstos se refugiaron en la Santa Sede, que guareció a los tres para impedir su detención.
El Vaticano hizo su propia investigación -es decir, fue juez y parte- y decidió que Marcinkus “era inocente”, exculpó a los funcionarios del IOR de toda responsabilidad y los protegió con la inmunidad diplomática, al alegar que la Banca Vaticana era una entidad “de la Iglesia”, o sea, de la casa de Dios. No obstante, aportó cien millones de dólares para resarcir los daños causados por la quiebra de su Banca a sus clientes, un gesto que se interpretó como una confesión implícita de responsabilidad.
Lo cierto es que la santidad Vaticana se viene desmoronando a pasos agigantados. Su nefasta consecuencia sobre las economías del mundo, donde siempre tuvo vía libre a todo tipo de transacciones financieras, incluida la especulación bursátil y accionista mayor de compañías cuyas actividades colisionaban con las enseñanzas doctrinales de la Iglesia, desde fabricantes de armamento hasta preservativos. Todo ello podía ser condenado desde los pulpitos, pero sus dividendos, contribuían a llenar las arcas de San Pedro, aunque enchastraran las níveas sotanas de los gerentes de ese Cártel religioso.
No obstante, Francisco a dicho que quiere un Iglesia pobre para los pobres. Si realmente es consecuente con eso, dado la montaña de oro en la que estará sentado, tiene para acabar con la pobreza del mundo entero, y aún le quedaría para seguir nadando en ese vil metal. Al respecto, es muy gráfica la exclamación de un judío que visitó el Vaticano y pudo ver su fastuosa y colosal riqueza: “¡Y pensar que empezaron con un pesebre!”. . .
La Iglesia Católica es la institución de la fe que protagoniza hasta nuestros días, los casos más resonantes de perversión y corrupción infantil que registra la historia de las religiones en el mundo. En Brasil por ejemplo, más del 20% del clero está procesado por eso, y en EE.UU, los juicios por pedofilia de sus pastores, le costaron a la Santa Sede más de mil millones de dólares. Lo mismo ocurre en Holanda, y últimamente en Alemania se han conocido más de 20 mil casos de abusos sobre niños y púberes.
Es harto evidente entonces que la inmensa mayoría de cristianos, creyentes y no creyentes,  estén hastiados de la ortodoxia conservadora y retrógrada de una cúpula clerical anquilosada que ampara, protege y oculta esa corrupción. Ello ha producido una preocupante sangría de fieles que han desertado o apostatado. De ahí la enorme expectativa que ha generado la llegada de un nuevo Pontífice con la posibilidad de un cambio radical en su política.
En ese sentido, el desafío que tiene Francisco, como Jefe de un Estado religioso para llevar adelante una misión de realidad sociológica de pueblo concreto en un mundo concreto diametralmente opuesta a la existente en la Santa Sede, tendrá sin dudas ribetes casi épicos si quiere adecentar el perfil de un Estado eminentemente político, financiero, empresario y corporativo, camuflado tras una pátina de santidad, que se maneja con un grado de descomposición de características obscenas. Si el cielo permite esa bacanal en su sucursal terrena, como dice la zamba, ¿dónde iremos a parar si se apaga Valderrama? Continuar con lo hecho, o modificarlo sólo en parte, será un maquillaje, de lo que apenas quedará el ligero aroma de un flirteo sin mayores consecuencias, primando, a su imagen y semejanza, el statu quo medieval urbi et orbi.
Ahora bien, desde el anuncio de su designación, muchísimos cholulos de entrecasa que nunca faltan, en el éxtasis de su delirio ya aseguran que su gestión será revolucionaria. Medio mucho, no? En cambio, los que conocen sus antecedentes y sobre todo los tejemanejes non santos que medran desde los arcanos del poder clerical enquistado desde siempre en la Santa Sede, dudan que el Pancho chifle y pueda modificar algo. Juan Pablo I lo intentó y murió de muerte sospechosa. Eso sí, sobrevaloran su austeridad, como si con eso sólo fuera condición sine qua non para distribuir en el mundo semejante riqueza acumulada. Fastuosidad que, convengamos, es una afrenta al legado espiritual de Cristo. Porque la Iglesia del poder sacerdotal hace rato que ha dado la espalda al proyecto liberador de Jesús de Nazaret. Todas las palabras edulcoradas y las promesas de humildad que se hacen desde el poder y la riqueza, no son más que hipócritas falacias amparadas en la religión.
En otro contexto, el ex Cardenal Bergoglio tiene claroscuros en su historia, y las respuestas que debe dar a las preguntas de la Justicia Argentina con relación a los crímenes del Terrorismo de Estado mientras él era Provincial de la Compañía de Jesús, referidas al secuestro y tortura de dos sacerdotes a su cargo que lo acusan de entregador, quedarán para la justicia divina, lo mismo que su mesiánico llamado a una “Guerra Santa” contra la aprobación del matrimonio igualitario, retrotrayendo la cuestión a las etapas más oscuras de la Inquisición. Ni hablar de su silencio ante el genocidio de la dictadura y la pedofilia de sus pastores. Su insolidaridad con las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo en su lucha inclaudicable por Memoria, Verdad y Justicia. Y ni qué decir de su ostensible desinterés por los Derechos Humanos. 
Por lo que su nominación, más allá de la aparatosa algarabía mediática que originó, puede traer consecuencias poco alentadoras para el actual estado de la política en Argentina. Es conocido su duro cuestionamiento al  Modelo Nacional, Popular y Democrático puesto en vigencia por la gestión kirchnerista, y a las cuestiones que la Iglesia siempre consideró como propias: la Educación, el matrimonio, el Código Civil, la familia y todo lo que concierne a la sexualidad humana. Además de su obstinada oposición a las medidas vigentes como la inclusión social, salud reproductiva, fertilización asistida y la ampliación de derechos a las minorías. En cuanto a las opiniones de la iglesia en temas políticos, económicos, sociales o legales, lo grave no es qué es lo que opina, sino su intromisión en lo que considera un derecho sobre temas que no le conciernen de ninguna manera. Se le pide a la Iglesia que no pretenda hacer vivir a los argentinos como si todos fueran católicos. No obstante, el Gobierno Nacional no demoró en felicitar la flamante designación, omitiendo cualquier tipo de alusión a sus diferencias políticas.
Se lo identifica como “Peronista” -de ahí el título de esta nota-, algo difícil de digerir, a menos que su pertenencia sea en las escuálidas huestes de la derecha que hoy se conoce como “menemismo residual”, en cuyo caso se adaptaría más a su  perfil opositor.
Por lo que muchos creen que su elección se debe a  una operación del salvaje neoliberalismo reinante en Europa, para esmerilar los procesos revolucionarios en Sud América, de modo que dejen de ser ejemplo a imitar por los países en crisis, como lo hiciera Juan Pablo II en Nicaragua, El Salvador y Polonia desde donde empujó el derrumbe del socialismo soviético.
Por supuesto, lo expresado hasta aquí, no pasa de ser una especulación, que podría desecharse a tenor de lo ocurrido en el cálido encuentro de la Presidenta con el Sumo Pontífice, en el que éste elogió a los presidentes regionales y se mostró partidario de la Patria Grande Sudamericana. Algo muy auspicioso por cierto.
Para finalizar, si de cuestiones terrenales se trata, no faltará algún heresiarca que ateamente se esté preguntando no sin razón: Si Dios no le dio las fuerzas que el anterior Papa Benedicto XVI necesitaba para seguir cumpliendo su misión divina aquí en la tierra . . . ¿Qué podemos esperar nosotros? . . . sobre todo los que no creemos en milagros!!!
Laborde.- Cba.- Argentina

No hay comentarios:

Publicar un comentario