sábado, 15 de septiembre de 2012

El “Goce” y la violencia de género . . .Por Delsio Evar Gamboa



Qué no publicarían si tuvieran la “libertad” que dicen restringida ...
Opinión          
Ver la tapa de la revista Noticias de la Editorial Perfil de Jorge Fontevecchia, dedicada a la Presidenta, revela hasta qué extremos de bajeza humana han caído algunos reputados adalides del “periodismo independiente”, al trasponer con absoluta impudicia el último límite que faltaba hacia la explícita pornografía periodística. Después de esta demostración de grosera obscenidad, ya no les queda más espacio para la degradación. A las ya ininterrumpidas e ignominiosas operaciones de prensa, se agrega esta imagen caricaturizada con una burda connotación sexual de un sugerido “auto goce” de Cristina, que expone sin tapujos el grado de irrespetuosidad al que un periodismo degradado puede llegar. Esa obsesión enfermiza por demonizar a la Presidenta que padece Fontevecchia, sería el banquete de un batallón de psiquíatras y demuestra el tamaño de su odio y el grado de perversión al que ha descendido.
Y son precisamente estos abanderados de ese periodismo morboso, los que acusan permanentemente al gobierno de coartar la “libertad de prensa”. Si “coartados” pueden publicar semejante inmoralidad, y encima, vanagloriarse de ello en los medios. ¿Qué no publicarían si tuvieran la “libertad” que dicen restringida? 
Esa publicación machista y misógina, -que deberían repudiar aquellas congéneres que festejan semejante ultraje- viola los artículos 5 y 6  de la ley 26.485 de protección a la mujer, que trata  la violencia simbólica y mediática, y la tipifica como delitos de injuria, difamación, discriminación, deshonra y humillación a la dignidad de las mujeres, con el objeto de menospreciar desde una mirada inquisidora, la feminidad de cualquier mujer como estereotipo de lo pecaminoso y lo pornográfico. 
En ese contexto, en el que numerosos medios han posibilitado visibilizar y dimensionar la violencia de género como una problemática social, esta tapa tiene la “virtud” de promover esa  violencia cavernaria.      
Cristina no es María Julia Alsogaray precisamente, que paseaba su desnudez y su ostentación por las revistas tipo Play Boy. Todo lo contrario, a pesar de las presiones que recibe, siempre se ha negado a prestarse a la frivolidad de los medios de la farándula. Por eso, la prensa del escándalo, lo que no ve, lo inventa.
Este hecho de inusitada gravedad por el atropello a la autoridad gubernamental, es algo que jamás había ocurrido en la historia del país. Su repudiable autor lo hace con la sola intención de provocar una sanción, para así victimizarse y tener la excusa de que se ataca a la libertad de prensa. Lo han intentado en innumeras oportunidades, pero nunca habían llegado a semejante extremo. ¿Qué más cabe esperar de estos mercenarios de los medios?
Pero Cristina no le dará con el gusto. A pesar de tener la facultad de demandarlo por atentado a su dignidad, tal como es su forma de actuar, no lo hará, para dejar bien en claro que existe la más absoluta libertad, incluso para infamar la figura presidencial, y sobre todo, dejar en claro de qué lado está la tolerancia, la ética y la altura moral,  y de cual otro, el libertinaje más abyecto.
Y pensar que Mauricio Macri por una teatralización escolar, echó a seis docentes . . .
Aunque es seguro que ese gesto de Estadista caerá en saco roto. Sería como tirarle margaritas a los chanchos.
La perversa especulación  de que Cristina accede al goce al momento de pronunciar un discurso colmaría su palabra de una sexualidad enfermiza. Es decir, no hay contenido ni trascendencia en sus intervenciones porque sólo satisfacen a su propio erotismo.
El sentido común más elemental, repudia esa intencionalidad que no es sobre un hecho real sino de pura ficción, con una retorcida intencionalidad degradante.
Desde el inicio de su gestión hasta la portada de este pasquín infecto, existe la obsesión de mancillar de cualquier forma a la Primera Mandataria. Y lograrlo, enloquece a las filas oposicionistas a ultranza. Operaciones de prensa, sofismas, mentiras, calumnias, y tergiversaciones sin solución de continuidad, son los misiles de estos francotiradores a cebita.
La semana había comenzado con el “escándalo” de la Cadena Nacional. Cristina osó interrumpir los programas más vistos por los teleaudiencia que se aprestaba a disfrutar de las superficialidades más variadas. Clarín reveló que La Presidenta había usurpado en  lo que va del año: 14 horas, 17 minutos y 23 segundos. Pero ocultó que en ese lapso transcurrieron 5900 horas. Tanta crispación por ese insignificante porcentaje mueve a risa. No obstante, maestros en el arte de revolear la media con su excrementicio contenido, machacaron las 24 hs. con esa chicana, hasta que lograron que un centenar de caceroludos sacaran las de teflón y  fueran a hacer un poco de barullo.
Pero lo que realmente los saca de quicio es que Cristina ostente lo que ellos no tienen: oratoria, argumentos, propuestas, resultados concretos y el sentido de la proporción y la medida.
Por eso quieren a Macri, porque no sabe hilvanar dos frases seguidas sin tener a mano el libreto que ellos le hacen repetir. Ese sector en decadencia pero dañino, detesta la dialéctica de la Presidenta porque sus propio lenguaje es impresentable y remite a lo peor de nuestro peor pasado.
Por si algo faltaba, el discurso por Cadena Nacional por el Día de la Industria tuvo más rating que los productos mediáticos más exitosos. Eso a la corporación la pone muy mal porque al difundir la voz de Cristina en vivo y en directo, los deja sin posibilidad alguna de tergiversarla que es lo que mejor saben hacer. En ese sentido, el affaire Rocca es una clara muestra. El cruce epistolar entre el Capo de Techint y la Presidenta confirman su modus operandi. El empresario en su nota declara que Clarín tergiversó sus palabras. Lo que deja al descubierto -por si aún quedaban dudas- que ese multimedio monopólico no respeta ni a su socio y que ya no tiene límites en su desfachatez. De ser el Gran Diario Argentino ha llegado al punto que lo único cierto en cada ejemplar que publica es la fecha y el precio, nada más. Y no es la primera vez que queda desnudo hasta los tobillos en su grosera impostura. Instituciones, personalidades, políticos y funcionarios han tenido que salir a rebatir sus maliciosas falacias.
Sin embargo, y a pesar de su creciente descrédito, muchos lectores persisten en alimentar su resentimiento con la lectura de sus emponzoñados libelos. Encima, son concientes de que les miente de manera descarada.
La importancia del mensaje en directo de La Mandataria se notó más aún el día que se refirió al miedo. Cristina dijo textualmente “Pero no hay que aterrorizarse, solamente hay que tenerle temor a Dios, y a mí en todo caso también un poquito”. y aclaró que eso iba dirigido a sus funcionarios, los que ella había designado y que eran su responsabilidad. Como de costumbre los amos de los medios hegemónicos, aseguraron que esa “amenaza” era para todos los argentinos. O sea: a Cristina hay que tenerle miedo. Ergo: Esto es una dictadura. Algo que, si hipotéticamente fuera cierto, se sentirían muy a gusto puesto que fueron socios de cuanta dictadura asoló nuestro país.
Esa maldad insolente que ya no tiene dimensión ni cuantía, acrece a medida que se acerca el día fatídico para el Gran monopolio Gran:  el 7 de diciembre el poderoso multimedios deberá quedar reducido a un poco menos del diez por ciento de lo que hoy es. Esa es la verdadera madre del borrego. Hay una mayoría ansiosa por ver al monstruo sometido y con él a los que le rinden real vasallaje. El 7 de diciembre será como un anticipo de fin de año, que indicará el fin de una oprobiosa inmoralidad periodística y el venturoso comienzo en plenitud de una democrática ley de servicios audiovisuales.
A su vez, los exponentes de la oposición deshilachada y los presidenciables en oferta, en estampida salieron a hacer cola en los medios hegemónicos para recitar el relato de Clarín, sin tener el mínimo sentido del humor ni capacidad para captar la sutileza y la ironía con que la presidenta expone. De la Sota, nimbado de espiritualismo afirmó que “a Dios no se le teme porque es puro amor”. Macri, entre tropezones silábicos, tartamudeó, “somos mayoría los que queremos vivir en libertad”. Algo que a él, a tenor del Juicio oral que se le viene, le puede quedar muy poca. Aséptico, Hermes Binner como corresponde a un ex médico, diagnosticó: “no la vemos bien. Tiene que dar un mensaje de paz y tranquilidad”.  Cleto Cobos, -una voz muy prestigiosa-, denunció que “es un gobierno de sumisión, que impone el miedo”. Alika Alikate De Narváez dijo de corrido que la Presidenta “no le da miedo sino vergüenza”. Y la pluripartidaria Patricia Bullrich, ensoberbecida, subió la apuesta: “queremos decirle a la Presidenta que no le tenemos miedo”. 
Como se verá, “el Goce”, “la Cadena” y “el miedo” etc. sólo sirven para que los opositores  se preocupen por el ruido y no por las nueces. Por eso, salvo la tapa de Noticias, pareciera que lo demás, ha sido otro hueso que arrojó Cristina para entretener a la jauría.
Y hablando de entretener, Baldomero Fernández Moreno sostenía que el gaucho no existió, que fue un invento de los estancieros para entretener a los caballos. Parafraseándolo, se podría afirmar que esta oposición no existe, es un invento de Cristina para entretener al monopolio Clarín . . .
Laborde. Cba. Arg.


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