Opinión
Siendo uno de sus fundadores, se quejó porque Página12, al festejar sus
25 años de historia con la verdad y la defensa de los Derechos Humanos, no lo
mencionó siquiera. Él traicionó esa historia . . . ¿Qué pretendía?
En
esos casos mi viejo solía decir: “Son cartas
y van al correo juntos”. Y ese par de pájaros no son la excepción sino la
regla . .
Partieron
del mismo lugar, hicieron el mismo itinerario y arribaron al mismo devaluado destino.
Hoy el “Gordo”, en su programa dominical de canal
13, “periodismo para todos” ya desde el título -pretendida parodia de las
políticas de inclusión social del gobierno- marca una agenda cargada de
chauvinismo, soberbia y mal gusto. Ni hablar de sus patéticas “Investigaciones”
que sólo mueven a hilaridad. Dirige sus misiles a la democracia misma con el
fin de defender los intereses de la corporación monopólica, que incluyen los
propios, por supuesto. Aparece ante las
cámaras disfrazado de periodista esclarecido y comprometido con la ética y la
moral. Desde allí arremete con falaces
impugnaciones a una política -según él- empecinada en distribuir. Algo que no
soporta. Su enconado afán demoledor,
irrita, sus calumnias, indignan.
La
“Gorda” Lilita a su vez, no logró
convencer a nadie y el 98,5% del electorado le dio la espalda a sus
alucinaciones apocalípticas.
Algunos
dicen que Lanata cambió; que en los noventa estaba comprometido con ideas
progresistas y que ahora hace exactamente todo contrario; que apenas unos años ha,
se mostraba enemigo del monopolio Clarín con el que ahora está aliado; sostenía que esa corporación era un pulpo
que controlaba la vida de todos los argentinos y hoy, es la más débil; que
antes defendía los intereses nacionales y ahora es un cipayo de los intereses
foráneos.
Este
consecuente voyeur de la realidad con sus conceptos en orden, puede llenar
innumeras páginas del antes y el
ahora de este mercenario
de los medios, pero la idea central ya está planteada y para
muestra basta un botón, o unos cuantos, pero nunca todos. En
cambio, piensa que Lanata no ha mutado tanto con relación a aquel cerril fundador
de Página/12, Revista Veintitrés, Día D, Crítica de la Argentina, en realidad sólo se diferencia por
su generoso relieve abdominal.
“Yo vi a Lanata traicionar cada una de sus ideas.
Dejar dos veces cientos de personas en la calle. Jurarse enemigo a muerte de
Clarín, Perfil y La Nación
y luego aliarse a ellos. No puedo creer que le den credibilidad a un hombre que
es capaz de vender su alma al mismo Diablo” -Carla Castelo, periodista, hija
de Adolfo Castelo-
No
obstante la capacidad intelectual que se le pueda reconocer, hoy claudica ante su
desmesurado afán de lucro y la ostentosa supremacía de su ego -más obeso que
él- que siempre acecha detrás de su ensoberbecido histrionismo.
Lanata, ególatra comicastro, poco tiempo atrás
exhibía su “lucidez” pidiendo a gritos el castigo y condena de los genocidas
militares porque “sin justicia no habría paz.” Hoy que eso vaya si se
está cumpliendo, está “harto de oír hablar de la dictadura” banalizando
como si fuera una moda pasajera, lo que fue la más grande tragedia humana que
vivimos. ¿Eso va con sus frustradas veleidades de historiador? Cuando la
quiebra lo acorraló, tuvo una mutación mental y tentó suerte como actor cómico en
el Teatro El Maipú, donde recaló su berretín de ser el nuevo Jorge Porcel . . .
y así le fue, porque por más que quiso imitarlo, en lo único que se le pareció,
fue en su aparatosidad ventral . . .
Hasta no hace mucho fue dueño del diario Crítica, y
desde allí atacaba con saña a los amos de Papel Prensa -Clarín y La Nación- por el exiguo cupo
de papel que le daban a precio oro. De allí se retiró dejando el diario fundido
y los empleados en la calle. Ahora es amanuense precisamente de ese mismo
Grupo. Además, consiguió que Mauricio Macri lo elogie y cree que eso es un
mérito.
Hay
una constante en todos los Lanatas posibles y es estar siempre en contra del gobierno nacional
de turno. Y ese “estar en contra”
requiere estar en ningún lugar, que es precisamente donde se ha posicionado
siempre para engordar más si cabe, su ego periodístico. Muchas veces se ha
hablado en esta columna del denuncismo serial como una actitud
permanente de denostar un sistema desde el perfeccionismo. El objetivo de esta forma de hacer periodismo
es sembrar cizaña y desconfianza hacia la política, y despertar la indignación
del público, que vive cooptado por el relato que construye
la corporación monopólica. Lanata nunca habla de política, desde una posición sustentada por un plexo de
ideas. Ni lo ha hecho antes tampoco. Cuando
en los noventa criticaba al infame riojano y sus cómplices, lo hacía desde la
no-política, pues sus cuestionamientos no pasaban por la entrega desvergonzada y
el saqueo del país y su patrimonio nacional, como efectivamente ocurrió, sino
por la frivolidad, la farandulización de la política, sus lujos asiáticos, las
fiestas orgiásticas, la libido del Poder, los negociados, el enriquecimiento
ilícito. Ahí estaban dirigidos los dardos del “incisivo” Lanata. Hoy es necesario
forzar mucho la ficción que construye para lograr algo así. El tipo de periodismo característico de los
noventa se repite en el que hace ahora con la diferencia de que el escenario es
totalmente distinto. Y también su público es otro. Quienes
lo admiran hoy, en aquellos tiempos lo despreciaban por “zurdo”. Ahora comprobamos que aquel “izquierdismo” era sólo una impostura.
Este es el verdadero Lanata . . .
Lo
cual no quiere decir que un periodista no deba señalar las cosas que funcionan
mal, ni tampoco ignorar los actos de corrupción que pueda cometer un
funcionario. El Gobierno Nacional no
está solo en el país. Hay también gobiernos provinciales y municipales. Y es lógico pensar que si hay
irregularidades en el nacional, también las habrá en otros Ejecutivos. Si el objetivo de un periodista es apuntar a
esas anomalías, es probable que haya material de sobra. Pero la intención es lo que hace ruido. Uno puede denunciar para corregir
y también para destituir. Por eso llama la atención que en las emisiones
de su programa y en todas sus manifestaciones -al igual que el Grupo Clarín- no
hable ni una sola vez de Macri, cuya inoperancia y corrupción en la gestión de
gobierno resulta ya vergonzosa.
Lanata
no ha cambiado. El haría lo mismo
gobierne quien gobierne a nivel nacional.
Su público será el crispado de turno dispuesto a sacudir las cacerolas
en contra de los políticos.
Su odio irreprimible hacia Cristina y su política
roza lo irracional. En cambio, como quedó demostrado, son pocos los enojados en
estos tiempos de cambios trascendentes. Pero siempre contagia su enojo a los a los
que menos deberían estarlo y por supuesto, a los distraídos.
Lo que excreta cada vez que abre la boca el “gordo”
sobre los ingenuos que aún lo siguen, proviene de los chiqueros de las estancias
aliadas al monopolio que le da espacio, si no, no despediría tanto mal olor . .
.
Estos
personajes -hay varios más de igual pelambre- se creen “Vacas sagradas”, con un
ego en permanente estado de sobreestimación. Por eso, cuando se han cumplido
las medidas que supieron exigir en su momento por su condición de “progres
izquierdosos” y al quedarse sin argumentos, sufren la llamada “abstinencia del
ego”, entonces, lo franelean para engordarlo y seguir en pantalla, se cruzan de
vereda y ametrallan a los que osaron quitarles la razón de su discurso. Pero no
cuentan con que el archivo es demoledor, los deschava y los desnuda hasta los
tobillos.
Son
los que, en mi humilde opinión, se los podría calificar de “Violines” porque se
sostienen con la izquierda y ejecutan con la derecha.
Los tiempos cambian y también las ideas, pero estos
ejemplos por su trasfondo de grosero cinismo e hipocresía, rozan la
miserabilidad. Son fascistas sin que se den cuenta que lo son.
Y uno que es afecto a poder discurrir con propiedad
y comentar con moderada pretensión de acierto, trae a la memoria reflexiones
como las de ese enorme escritor uruguayo Eduardo Galeano que tienen validez de
aserto bíblico: “Cuando en el futuro algún estudioso de las
ciencias sociales quiera dar un ejemplo sobre la dignidad humana en estos
tiempos, no lo mencionará a Lanata precisamente, dibujará sí, qué duda cabe, ese
triángulo blanco que representa el pañuelo de las Madres y las Abuelas de Plaza
de Mayo”.-
DelsioEvarGamboa
Laborde.
Cba. Arg.
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