martes, 24 de abril de 2012

¡Las “contracciones” de nuestra Madre Patria! - Por Delsio Evar Gamboa





¡Los españoles están enojadísimos porque dicen que les queremos robar nuestro petróleo! . . .

                                                 
Daniel Paz & Rudy
DANIEL PAZ & RUDY
                                     
  
 Además, juran que nunca comprenderán y por lo tanto descalifican al peronismo argentino. ¡Y es lógico! . . . Cómo van a entender lo que es un inmenso movimiento social histórico y progresista, si ellos todavía a esta altura de la humanidad, le rinden honores y pleitesías a un “Rey” que reina por “derecho divino”. . .
Por lo tanto, tampoco entenderán que una nación soberana pueda preservar sus recursos naturales consagrados en su Constitución. De ahí que se han vuelto locos ante la expropiación  de Repsol, -empresa multinacional, financiera antes que petrolera-, por su absoluto incumplimiento de los acuerdos estatutarios y por presunto vaciamiento de nuestra histórica YPF -resultado de la nefasta entrega menemista-, de llevarse además, todas las ganancias y no invertir un solo peso en exploración y explotación, y que no obstante, será indemnizada como corresponde. Por eso, tras la decisión adoptada por nuestra presidenta, conforme a derecho, por mayoritario mandato popular y con el aval de casi todo el espectro político, han montado en histérica cólera y se están desangrando en farsescas bravatas de grotesco tinte patotero que no hacen sino demostrar su impotencia. Pareciera que nuestra vieja y muy venida a menos “Madre Patria” no obstante las dolorosas contracciones de su actual parto económico-social -que por lo visto viene con “presentación de nalgas”-, sigue atada a la ya lejana soberbia colonial.
En el balance del año pasado, Repsol declaró una ganancia de 1.500 millones de dólares, sin embargo, se llevó 3.000 del país. Lo que significa que los 1500 de más, provenían de venta de activos de YPF y eso es, lisa y llanamente, vaciamiento. Grave delito si los hay. Y ni hablar del daño ambiental que ha ocasionado.
Así es que “opinólogos” que, al igual que acá, sobreabundan, periodistas a todas luces rentados, dirigentes políticos oficiosos y patrioteros de variopinto pelaje, desde los medios cooptados por el oficialismo español, y demostrando una supina ignorancia del tema y de nuestra realidad, excretan su bilis en expresiones que producen vergüenza ajena, propia y de género, utilizando un tono propiamente de barras brava para agraviar a nuestra presidenta que, como corresponde a su investidura de Estadista, ni se molesta en contestarles.
En realidad, los españoles -o un gran sector de ellos- en lugar de tanto vulgar chauvinismo mediático, deberían ser un poco más agradecidos y recordar que tras su tremenda Guerra Civil, -en la que murieron más de un millón-, cuando la hambruna los acosaba y todos los países le daban la espalda por las atrocidades cometidas por el dictador Francisco Franco -autodenominado “El generalísimo”- con la complicidad de Hitler, Musolini y el Vaticano, -de lo que el bombardeo a Guernica es el símbolo-, nuestro país -siendo presidente Perón y por pedido de Evita- les envió barcos repletos de trigo, sal y alimentos. No sólo les mató el hambre sino que acogió aquí, a los miles de desesperados que escapaban de la carnicería que siguió a la guerra, cuyo tétrico “legado” son las miles de cunetas y banquinas, aún hoy, llenas de cadáveres.
Tampoco creamos que todo su arco político está de acuerdo con esa hojarasca barullera. El joven dirigente de la influyente Izquierda Unida española Alberto Garzón, se ha manifestado abiertamente a favor de la decisión del Estado Argentino y ha criticado duramente al Jefe de Gobierno, el ultra-neoliberal y desagradable Mariano Rajoy, por utilizar esa excusa para distraer a los españoles, tapar el drama económico y social al que la derecha los somete y de aprovechar el durísimo ajuste que les impone para tomar el control de los medios públicos españoles. Además, ha cuestionado acerbamente a la democracia monárquica -que no es democracia- y exige una amplia participación popular para terminar de una buena vez con esa monarquía parásita y elegir por medio del voto popular a sus legítimos representantes para poder ser una verdadera república, sin rey, sin reina, sin príncipes ni princesas de “sangre azul”. Es decir, poner en valor aquella antiquísima y sabia advertencia a un Rey arbitrario que es todo un alegato sobre lo que significa la represtación popular: ¡Nosotros, que somos como vos, y juntos . . . ¡Muchísimo más que vos!!!
En ese sentido, el accidente que sufrió hace poco el “Rey” mientras cazaba elefantes en Botswana cayó como una bomba. No sólo por lo caro del inhumano hobby, sino por la bajeza moral de matar a una especie en peligro de extinción, más aún siendo “Su Majestad”, miembro honorífico de la Real Sociedad Protectora de Animales de España -que ya lo dio de baja pese al dudoso perdón que pidiera-. No obstante, los cuestionamientos arreciaron. Mientras la clase política, -puntualmente la derecha- se hacía la distraída, las severas críticas a la “Nobleza” se ramifican como metástasis en el cuerpo de una sociedad cada vez más agobiada por el achique brutal a la que es sometida. Sin olvidarnos de la enérgica crispación popular que causó no hace mucho la cuestionada visita del Papa a Madrid, cuya invitación le costó a los sufridos españoles la friolera de 50 millones de euros, mientras la desocupación y los ajustes trepaban en forma desmesurada.
La reticencia de los medios de comunicación ibéricos a realizar  una encuesta sobre estos temas, deja bien a la vista que la otrora importante aceptación que supo gozar la corona, ha caído a niveles inimaginables, imposibles ya de remontar. Para peor, azuzada por una tormenta de tsunámicos vientos republicanos.
Ahora bien, en cuanto a las sanciones judiciales con las que ostentosamente amenazan bombardearnos, -y que nuestros habituales cipayos locales tanto desean dicho sea de paso,- no tienen ningún sustento legal por la manifiesta violación de precisas cláusulas contractuales en las que incurrió Repsol, y que motivaron su expropiación, no son más que puro fuego de artificio. Al igual que las cacareadas restricciones de índole comercial. Aquí tienen muchísimas inversiones que les producen cuantiosas ganancias que España degusta con fruición. De tomar esa actitud, nos asistiría el derecho de responderles con las mismas medidas restrictivas. Aunque las Empresas involucradas tanto acá como allá, no permitirán que la sangre llegue al río. Como bien dice Eduardo Aliverti, “a España no le dan los números siquiera para alzar la voz, porque tiene mucho más para perder que para ganar en un enfrentamiento con la Argentina.”
Obnubilados, no tienen en cuenta que si recurren al Ciadi -Organismo internacional- que nunca puede estar por encima de nuestra legislación, es muy probable que “el tiro les salga por la culata”. Exactamente como les ocurrió con Bolivia.
Después de lo apuntado, es dable preguntarse con qué justificativo el gobierno español saca la cara por una empresa que ni siquiera es española, porque su mayoría accionaria está integrada por inversores extranjeros.
Lo cierto es que con esta decisión trascendental, nuestra presidenta acaba de remacharle otro clavo más -y van?- al féretro del perverso neoliberalismo que tanto daño nos ha hecho a través de la historia.
Por eso, debemos ser conscientes de que estamos siendo testigos vivientes de acontecimientos verdaderamente históricos, -este último es fundamental- por lo que no podemos permanecer impasibles ni apáticos. Es nuestra obligación como hijos de esta querida Patria, apoyar firmemente todas las medidas que apunten a devolvernos esa soberanía que nos supieron arrebatar y que hasta no hace mucho era tan sólo una utopía. Estos logros tan anhelados no son propiedad de un gobierno, sino absolutamente de todos, y lo serán para siempre si los sabemos defender.  Que la historia no nos encuentre distraídos entonces, porque nuestros descendientes algún día nos interpelarán: ¿De qué lado estabas cuando nuestra Patria recuperaba su patrimonio?
Aunque en última instancia, siempre es conveniente que los queridos “gallegos”, utilicen el sentido común y acaben de una buena vez con esas palabras soeces y vomitivas. No sea que algún día, por esas vueltas de la vida, esas mismas palabras asquerosas . . . ¡Se las tengan que tragar! 


          DelsioEvarGamboa

Laborde. Cba. Arg.

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